El CORE: ¿Por qué es tan importante?

El término “CORE” es una palabra que viene del inglés y cuya traducción literal significa “núcleo” o “centro“.

Desde el punto de vista anatómico-funcional, en relación con el cuerpo humano, el core es ese centro o núcleo donde se inician todas la cadenas cinéticas.

Consta de una parte articular y otra muscular:

              

Como centro de las cadenas cinéticas funcionales, su misión es dar una base estable para que estas  cadenas se ejecuten correctamente.

Cualquier alteración o disfunción del core derivará en un déficit de estabilidad en la región lumbo-pélvica y  repercutirá inevitablemente sobre el resto de estructuras porque éstas, a pesar de no tener una función estabilizadora, necesitarán compensar de alguna manera ese déficit de estabilidad y ello aumentará el riesgo de aparición de lesiones adaptativas.

El trabajo de core no sólo está enfocado a deportistas como muchos creen. Necesitamos un core funcional desde el momento que nos incorporamos de la cama por la mañana, cuando cogemos la taza del desayuno del armario, al bajar una escalera, cuando nos reímos o incluso cuando mantenemos relaciones sexuales.

Lesiones como el dolor inguinal en el deportista (“Pubalgia”), dolor lumbar y/o sacroiliaco, dolor de cadera, ciatalgias, o disfunciones del suelo pélvico son algunas de las patologías musculoesqueléticas más relacionados con un core disfuncional; pero no son las únicas. Como hemos mencionado anteriormente, una falta de estabilidad en esta zona puede dar lugar a la aparición de otras lesiones adaptativas en otras regiones o incluso a lesiones traumáticas debidas a un déficit sensorial propiceptivo secundario a esta falta de estabilidad del core.

Pero… ¿Qué provoca que el Core no tenga el tono adecuado?

  1. Un estilo de vida sedentario.
  2. Una mala planificación del entrenamiento
  3. Después de una lesión cuando no se realiza una buena readaptación.
  4. Asociado a una mala postura.
  5. Alteraciones en la propiocepcion (puede estar relacionado con el punto anterior)
  6. Cirugía Abdominal.
  7. Embarazo, parto, posparto.
  8. Diástasis abdominal (separación de los rectos del abdomen por debilidad o lesión del tejido conectivo que los une, la línea Alba)
  9. Sobrepeso u obesidad

Todo lo expuesto es la razón por la cual cuando acudes a nuestra consulta por una lesión (sea del origen que sea) habitualmente acabamos hablando del core y revisando su estado.

Por supuesto, en cualquier readaptación deportiva una parte del trabajo se centra en revisar y readaptar esta “faja lumbopélvica”. De poco servirá insistir en un trabajo específico de la estructura lesionada si existe un core inestable. Por poner ejemplo, tras un esguince de tobillo, será inútil centrar los esfuerzos en el trabajo de estabilidad del tobillo sin comprobar que exista un buen core. ¿De qué nos sirve un tobillo muy estable (si es que puede llegar a serlo) si el núcleo de las cadenas cinéticas del miembro inferior es inestable?

Si después de leer este artículo has llegado a la conclusión de que debes empezar a trabajar tu core te animamos a que te ponga a ello, pero hazlo poniéndote en manos de un profesional del deporte que sabrá adaptar los ejercicios a tu condición física inicial y a marcar unos objetivos reales en base a tus necesidades.

Por último, (sobretodo para las mujeres y especialmente para aquellas que han estado embarazadas) queremos insistir en que el core también es el suelo pélvico. Antes de empezar a trabajar cualquiera del resto de estructuras o empezar a practicar cualquier deporte es muy importante saber en qué condiciones se encuentra el tono muscular del suelo pélvico para prevenir o tratar patologías como prolapsos o incontinencia.