Disfunciones Defecatorias

La función defecatoria es aquella que se lleva a cabo para una adecuada expulsión de las heces. Cuando la ampolla rectal se llena se envían señales que provocan la relajación refleja (involuntaria) del esfínter anal interno. A continuación, para completar el vaciado, se debe (de forma consciente) relajar el esfínter anal externo.

Si en el momento en el que se percibe “la señal de defecar” no es posible ir al baño, el ser humano ha desarrollado la capacidad de contraer voluntariamente el esfínter anal externo cerrando el canal y desactivando la señal de evacuación (provisionalmente).

 


El término disfunción defecatoria se refiere a la alteración en la forma y regularidad con la que una persona defeca. Dependiendo de la localización existen dos tipos de disfunciones defecatorias:

  1. De origen rectal: Disfunción a nivel de reservorio.
  2. De origen anal: Disfunción a nivel esfinteriano.

Una disfunción defecatoria de cualquiera de estos orígenes puede ser responsable de provocar una incontinencia defecatoria o estreñimiento.

 


Para garantizar que exista una buena función los mecanismos responsables de la continencia deben estar en perfecto estado. Es decir, deben estar conservadas la capacidad de la ampoya rectal, el ángulo ano-rectal y puborectal y, tanto del esfínter anal interno como externo deben ser funcionales.

¿Y qué quiere decir ésto? Pues que si sufres tanto de estreñimiento crónico como de incontinecia defecatoria y, a pesar de llevar una adecuada alimentación y de haber descartado enfermedades orgánicas no consigues una buena función de evacuación deberías realizar una evaluación de tu suelo pélvico, ya que los mecanismos (mencionados en el parráfo anterior) que garantizan un correcta función mecánica de este proceso fisiológico se encuentran en la región perineal.