Un Año del Estado de Alarma. ¿Qué hemos aprendido?

Hoy hace un año que el Gobierno de España decretó el Estado de Alarma por las graves cifras de contagiados y el colapso hospitalario que provocó (y sigue provocando) la pandemia del coronavirus.

Un año hace también, de que todos los fisioterapeutas (quitando algún que otro insensato o negacionista, quien sabe…) decidimos cerrar nuestras manos y las puertas de nuestras clínicas privadas a pesar de que los BOEs y BOPAs nos seguían considerando como servicios esenciales mientras que contradictoriamente, en el ambito público, se cerraban los gimnasios de rehabilitación y reubicaban a nuestros colegas en puestos de mayor necesidad en aquellos momentos.

Cerramos por responsabilidad sociosanitaria sin saber ni cuándo podríamos volver ni si el Estado tendría a bien incluirnos en sus ayudas; pero lo que sí sabíamos era que no teníamos equipos de protección para garantizar la salud de nuestro equipo y, sobretodo la de nuestros pacientes.

Primun non nocere

A pesar del gran impacto socioeconómico y la incertidumbre, el sentimiento de responsabilidad de los fisioterapeutas empresarios españoles nos llevó  a movilizarnos, hacer inventario del escaso material de higiene y protección que teníamos en nuestras clínicas y entregarlo en los hospitales para colaborar en el abastecimiento que en aquel momento empezaba a escasear.

¿Qué hemos aprendido?

Como pasa siempre con las grandes crisis, a pesar de los daños irreparables e irreversibles que ha dejado a su paso, también nos ha regalado un importante aprendizaje.

Además de todo lo que nos ha enseñado sobre sobre medidas de higiene, tipos de mascarillas, virus y vacunas… Esta pandemia nos ha demostrado, que la única forma de salir del bache es remando todos en la misma dirección.

Nos hemos dado cuenta de lo afortunados que somos por vivir en un país, que a pesar de haber sido desbordado por la situación, poseé un gran sistema de salud pública y unos profesionales que son de “quitarse el sombrero”; profesionales que no sólo han peleado como leones contra el agotamiento físico sino contra los estragos psicológicos que les ha provocado el verse obligados a aplicar criterios de “medicina de guerra”, algo impensable para los sanitarios occidentales que siempre hemos gozado de recursos “de sobra” (hasta que llegó la COVID-19).

Esta pandemia nos ha regalado HUMILDAD.

Nos creíamos inmunes a epidemias o pandemias, “eso era cosa de África y otros países del tercer mundo”, pero este virus nos ha demostrado que las enfermedades mortales no miran las cuentas bancarias de quienes infecta… Aunque a la vista está lo rápido que se encuentran remedios cuando los afectados son los ciudadanos de las grandes potencias mundiales; aún nos queda por aprender.

Otro bonito recuerdo con el que me quiero quedar es el haber sido testigo de una auténtica primavera.

Una radiante primavera que llegó regalando vida en plena ola de muerte me removió por dentro y me hizo reflexionar: ¿Cuánto daño estamos haciendo los humanos a la tierra? Sólo 2 meses “enjaulados” provocaron que los animales reconquistaran rincones de la tierra de los que fueron desterrados. ¡Hasta luciérnagas ví este verano! Hacía décadas que no veía una.

La naturaleza… qué descubrimiento para tantos y qué reencuentro para muchos… vivimos en el Paraíso y este “parón mundial” junto con la búsqueda de “planes anticovid” nos llevó de vuelta a perdernos por los mágicos parajes de nuestra tierrina… Mar, valles, montañas… ¡¡Es que tenemos de todo!! y para encima, este 2020 por tener, tuvimos hasta buen tiempo…

Igual que tú, yo también estoy ansiosa por recuperar mi libertad, por desprenderme de la mascarilla y del gel hidroalcohólico, por salir a la calle sin sentir que mi salud corre peligro; mientras tanto, voy guardando las pequeñas cosas buenas del último año en mi saquito de buenos recuerdos y lo malo en mi carpeta de aprendizajes de la vida.

Soy consciente de que hay personas que en estos momentos se encuentran en una situación económica insostenible, sobretodo pienso en el pequeño comercio y la hostelería con todo lo que mueve a su alrededor. Quiero aprovechar estas líneas para enviaros fuerza y ánimo para que sigáis peleando, en plena tormenta es dificil divisar el horizonte, pero cuando llegue la calma estoy segura de que seréis muchísimo más fuertes que cuando empezó todo esto.

No dejéis de soñar e imaginar porque de los sueños nace la reconversión.

Todo irá bien 🌈

Silvia Pezón González